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Palacio Bergoglio: la familia del Papa Francisco en Entre Ríos

 En la esquina de las calles San Martín y Andrés Pazos, en el centro de Paraná, se emplaza un edificio que guarda en sus muros más que historia arquitectónica: el Palacio Bergoglio es testigo del paso de una familia de inmigrantes italianos, que dejaría una huella imborrable en la historia de la Iglesia Católica.

Palacio Bergoglio: la familia del Papa Francisco en Entre Ríos

Allí vivieron los abuelos, los tíos abuelos y el padre de Jorge Mario Bergoglio, quien años después se convertiría en el primer Papa de origen argentino y latinoamericano.

La historia comienza en el Piamonte italiano. Giuseppe Bergoglio, bisabuelo de Francisco, llegó a la Argentina en 1922 con sus hermanos, atraído por la posibilidad de desarrollar una empresa dedicada a la pavimentación de calles adoquinadas de Entre Ríos. El negocio prosperó y, como ocurre en tantas historias de inmigrantes, llamó a más miembros de la familia porque necesitaba, entre otras cuestiones, alguien que administre y ordene los números del emprendimiento. Fue entonces cuando Mario Giuseppe Francisco Bergoglio, contador de profesión, dejó Turín y cruzó el Atlántico para sumarse al proyecto familiar.

“Papá llegó de Italia el 25 de enero de 1929. Era piamontés (nacido en Asti) y había vivido en Turín la mayor parte del tiempo”, escribió en una carta de 1990, publicada años más tarde por L’Osservatore Romano. En esa misma misiva, Bergoglio relató que su padre vino a la Argentina para sumarse a una empresa pavimentadora que ya integraban cuatro de los cinco varones de la familia: “Papá era único hijo y pasó a trabajar como contador”.

La llegada de Mario Giuseppe a América no estuvo exenta de dramatismo. Cuando estaban listos para embarcar, debieron postergar el viaje por trámites de última hora. El barco que originalmente los traería, el Principessa Mafalda, se hundió frente a las costas de Brasil. Finalmente, viajaron en el Julio César. “Dios estuvo con ellos y quedaron a salvo”, fue el recuerdo que quedó indeleble en la familia.

En el corazón de Paraná

La historia de los Bergoglio en la capital provincial tuvo su epicentro en el palacio que lleva su apellido. Inaugurado el 12 de febrero de 1927, el edificio se convirtió en un emblema de la “belle époque” entrerriana. Ubicado en pleno centro, en lo que hoy es la peatonal San Martín (entre los números 765 y 777), combinaba el refinamiento arquitectónico con una intensa vida social y comercial.

Contaba con una planta baja y tres pisos con ornamentaciones de estilo ecléctico con influencia francesa, un revoque símil piedra, tejas grises, rejas, molduras, balaustradas y un patio español decorado con mayólicas.

En la planta baja se instaló la confitería “Polo norte”, un lujoso espacio gastronómico que marcó una época.

Durante la inauguración, el público se agolpó en las puertas con tal entusiasmo que fue necesario cerrarlas momentáneamente para regular el ingreso, según relatan las crónicas de aquel entonces.

En el tercer piso, en un patio andaluz, se ofreció un lunch con autoridades como el gobernador Laurencena, el intendente Castelltort y personalidades destacadas del Club Social, el Centro Comercial y el Club Español de Paraná. En paralelo, don Juan L. Bergoglio agasajaba con un banquete a los obreros que construyeron el edificio.

La confitería deslumbraba por su lujo: decorados con espejos, estatuas, luces, zócalos imitación roble ahumado y un gran salón con paredes tapizadas en verde afelpado.

En lo alto, dominando el ambiente, una orquesta traída desde Buenos Aires tocaba en vivo bajo la dirección del maestro Restituto Torres.

El mostrador era una inmensa heladera de fibrocemento con una cámara frigorífica en el subsuelo, tecnología de punta para la época.

Cine bajo las estrellas

Junto a “Polo norte”, los hermanos Bergoglio también impulsaron el Cine Urquiza, una sala de proyección de cine mudo, con más lujos: incluía un techo corredizo que se abría principalmente en las noches de verano.

Las funciones estivales bajo las estrellas eran parte de la propuesta cultural del edificio, que también contaba con el primer ascensor de la ciudad, aún en funcionamiento.

Cada piso del palacio alojaba a un hermano de la familia, en un entramado familiar y empresarial sin precedentes en la historia paranaense.

Crisis económica y traslado

Con el tiempo, Mario Giuseppe Bergoglio conoció en Paraná a Regina Sivori y luego se casó.

Pero la bonanza no duraría mucho. En 1929, apenas dos años después de la inauguración, falleció Lorenzo Bergoglio y la crisis mundial golpeó con fuerza. La empresa quebró y la familia debió trasladarse a Buenos Aires. De esa unión nacieron cinco hijos: Jorge Mario, Alberto, Oscar, María Regina y María Elena.

Años más tarde, Jorge Mario Bergoglio, ya sacerdote jesuita y profesor en el Colegio de la Inmaculada de Santa Fe, visitaría Paraná para conocer los lugares donde vivieron sus antepasados.

Los recuerdos de sus exalumnos lo describen como un maestro “exigente, sobrio y recto”, con profundo respeto por los ancianos y los niños.

Cambios con el tiempo

El edificio del Palacio Bergoglio sufrió transformaciones con el tiempo. “Polo norte” dejó de funcionar en 1934 y el cine también cerró sus puertas. En ese marco, la cúpula que coronaba la esquina fue retirada en la década de 1960.

Sin embargo, el inmueble nunca perdió su nombre original ni su valor simbólico, y actualmente forma parte del patrimonio cultural e histórico de Paraná.

Además de un comercio en la planta baja, los otros pisos del palacio funcionan como departamentos y locales de artesanías, entre otras cosas.

Algunas piezas encontraron nuevo destino

Una estatua del bar, entregada como parte de pago por los dueños cuando el comercio atravesaba su ocaso, fue hallada por la arquitecta Laura Vásquez y donada al museo local. Allí se exhibe, sosteniendo una antorcha, como símbolo de una época luminosa que marcó a fuego una esquina y a una familia.

La historia de los Bergoglio en Entre Ríos es una entre tantas de inmigrantes que llegaron al país con la esperanza de construir un futuro mejor, pero tiene una singularidad: fue el punto de partida de una vida que terminaría en Roma, al mando de la Iglesia Católica.

Desde la intersección de San Martín y Pazos, pasando por el Vaticano y desde ayer en la eternidad, Bergoglio es un pedazo de la historia argentina, mundial y también paranaense.

Fuente: UNO Entre Ríos / El Entre Ríos

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