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Lo que cuesta ser "alguien" en la crisis de representación del peronismo hoy

OPINIÓN
Por Luis Jakimchuck (*)

Luis Edgardo Jackimchuk

Una joven militante peronista lamenta el rol del partido en la ascensión de la ultraderecha, reflejando un sentimiento de traición y desilusión. ¿Qué pasó con los ideales que alguna vez unieron a la juventud con el peronismo? Este análisis cuestiona la desconexión de los líderes actuales con las bases juveniles y los errores que llevaron al alejamiento de una generación que ahora busca respuestas. En los últimos 8 años de gestión peronista nunca se puso en debate un proyecto de desarrollo. El modelo que imperó dejó a la inmensa mayoría de trabajadores jóvenes concordienses condenados a mirar desde afuera y desde abajo la riqueza que se producía en Concordia. Lo que sí se cumplió, sin pérdida de tiempo, son los crecimientos patrimoniales de varios funcionarios, y como estos mismos terminaron acomodándose en distintos puestos para seguir soñando con volver.

Días pasado una ex alumna, que tiene participación juvenil en el peronismo, me decía “el peronismo hizo mucho para que hoy nos gobierne la ultraderecha y nos cueste mucho ser ‘alguien’ en esta realidad”. Es inevitable preguntarse cuantos jóvenes tendrán ese sentimiento de desafección tan fuerte. El significante juventud ha tenido siempre lugares importantes en el peronismo en ocasiones estructurantes para el cambio. Eso se dio siempre con participación activa de nuestros jóvenes en las escuelas, universidades, en los barrios, en organizaciones solidarias en poblaciones vulnerables, entre otras innumerables actividades.

Como profesor de esa joven, me interrogo qué aportes epistemológicos y herramientas conceptuales le aporto la escuela, para formar su propia reflexión a través de ejercicios críticos de la moralidad. Si estoy seguro que la escuela le enseño que toda acción pública sin valores éticos, pierde totalmente su función en la búsqueda del bien común. Y que el Estado es el centro de toda referencia de las relaciones sociales y políticas.

Que me motivo traer este relato a la nota. Está muy claro que el peronismo no interpeló, en los últimos ocho años de Bordet al frente del partido Justicialista, a la gran mayoría de los jóvenes, ni siquiera se propuso comprenderlos, ignoró su presente y los excluyó de una construcción a futuro. Los discursos que eventualmente orientaba hacia los jóvenes con alusiones al futuro no se lo creía ni él mismo. Fue por esta conducta, sumada a la corruptela y el nepotismo entre otras, que gran parte de jóvenes peronistas votaron a la LLA. A no engañarse, no hubo un proceso de derechización de los jóvenes como escuche decir a un importante dirigente peronista, lo que sí hubo fue un rechazo muy fuerte a las conductas públicas de quienes lo representaban.

A mi entender, Gustavo Bordet tuvo dos problemas en el manejo del poder en el PJ: El primero fue que obnubilado por las encuestas perdió el sentido del propósito, esa brújula que te ayuda a determinar cuándo vas en el camino correcto en las acciones políticas. El segundo es que nunca entendió, ni por asomo, que el peronismo es un proceso dinámico con avances y retrocesos. Y menos le importó que “los peronistas somos todos”. Tampoco hizo ningún esfuerzo para corregirlo, al contrario, profundizó la desmovilización de los segmentos juveniles, llegando a la crisis más profunda y triste en la otrora capital del peronismo entrerriano.

Lamentablemente los funcionarios con decisiones políticas de nuestra ciudad nunca se enteraron que en el peronismo lo posible no se espera, sino que se lo crea. Y si lo hubiesen leído a José Pablo Feinmann, se hubiesen enterado que el peronismo no es pobreza.

De vivos y de crédulos

Esta percepción es la que invade a miles de jóvenes compañeras y compañeros que forjaron con su militancia, un pedacito de la esperanza que “volvíamos para ser mejores” en el 2019.

Se suponía que Gustavo Bordet y Enrique Cresto (recordemos que ambos estuvieron enamorados de las promesas de Macri y Frigerio en su primera gestión) repetían su mandato para mejorar todo lo que faltaba, que no era poco: Disminuir la desigualdad social resultante de un proceso de producción y reproducción constante de pobreza.

Nada de esto se cumplió por múltiples causas, que incluye mala gestión de funcionarios que no funcionaron, de “olvidarse” pisarles los cayos a los dueños de las herramientas del trabajo y riquezas en nuestra ciudad.

Es más, en 8 años de gestión de Bordet y Cresto nunca pusieron en debate un proyecto de desarrollo. El modelo que imperó dejó a la inmensa mayoría de trabajadores jóvenes concordienses condenados a mirar desde afuera y desde abajo la riqueza que se producía en Concordia. Lo que sí se cumplió, sin pérdida de tiempo, son los crecimientos patrimoniales de varios funcionarios, y como estos mismos terminaron acomodándose en distintos puestos para seguir soñando con volver.

Kueider Senador, qué vergüenza

Que podían esperar estos jóvenes que no se sienten “alguien” con el comportamiento de su conductor político cuando, por su imagen positiva y los votos que consiguió por el esfuerzo militante de miles de ellos, sintió que la “tenía larga” y lo llevo a Kueider al Senado de la Nación. Todos los popes del peronismo acompañaron esta VERGÜENZA total. Esta joda de Bordet le costó una banca en Senadores a Entre Ríos.

Imagino lo que les debe costar a los jóvenes peronistas entender al chanta de Kueider cuando les reclama “háganse cargo de que Milei este gobernando, a mí no me vengan con chamuyo”. Mueve a la bronca escuchar a Kueider, luego de tantos años de estar al lado de Bordet y tener poder de decisión y no darle pelota a nada y nadie, que ahora quiera dialogar  y construir consensos para mejorar la ley Bases, que en su espíritu esta destruir el Estado con el objetivo de romper la cohesión social.

De este mamarracho se puede decir muchas cosas más. Lo cierto es que con su firma acompañando el dictamen para tratar la ley, le está permitiendo a Javier Milei decir: ‘L’État, c’est moi’ (el Estado soy yo). Y Bordet no puede desentenderse de su responsabilidad.

Siempre tengo presente lo que un día “alguien” me dijo: “tener una cara de pe….do  bárbaro, y que las rosetas se te peguen, sirve para ocupar cargos políticos importantes”. Esta lógica, mira adonde nos llevó.

(*) Ex concejal, ex diputado provincial

(Fuente: Diario Junio)

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