Cuando la tendencia indica que hay que crear un canal de streaming en Twitch y generar contenidos para las redes sociales, cuando los diarios tradicionales de la provincia se replantean su continuidad y comienzan a recortar sus días de salida, un grupo de periodistas de Entre Ríos anuncian la publicación de un nuevo medio gráfico y lo bautizan con un nombre simbólico, "El Telégrafo", en referencia al medio que Manuel Belgrano fundó en el arranque del Siglo XIX, quizás el primer medio nacional, en un contexto en el que se debatía qué modelo de país queríamos para un país que aún no había nacido.
Quizás haya algo de similitud en los contextos históricos de aquellos y estos tiempos. Lo concreto es que desde este sábado 4 de mayo de 2024, en esos extraños comercios de lata, generalmente azules o naranjas y que se encuentran en la vía pública -también llamados kioscos de diarios y revistas-, se podrá comprar "El Telégrafo de Entre Ríos", un semanario "para el pueblo y la patria".
"Yo fui periodista en Diario Uno durante siete años, y tenemos la experiencia de la revista Marga y
Ana Editorial" (una de las editoriales enterrianas que más publica a autores de la provincia
https://anaeditorial.com/). "Todos los trabajamos en este proyecto que arranca el sábado, venimos de la gráfica y es el lugar donde nos sentimos cómodos. A pesar del paso del tiempo, de las nuevas tecnologías, y la nueva manera en que se da la comunicación", cuenta Pablo Felizia, director de El Telégrafo.
INGENIERÍA DE UN PROYECTO
Sacar un medio gráfico, en papel, en un mundo que parece ir inexorablemente hacia lo digital pero además en un contexto económico que no es el más venturoso, parece cuanto menos una quijotada.
"Hace muchos años que veníamos planteando entre nosotros la necesidad de poder decir cosas como sabemos decirlas, con el método y el oficio del periodismo, y cómo sería hacerlo en un medio propio", continúa Pablo.
"Hace 5 años, 6 años, hicimos números, sacamos costos, y vimos lo caro que era, lo inllegable que era para nosotros", puntualiza. "En la época de la pandemia lo intentamos resurgir, porque casi no teníamos libros para imprimir y no teníamos trabajo, pero también era una situación muy difícil. No tuvimos la oportunidad".
Luego de dos momentos en que vieron la inviabilidad del proyecto, cualquiera ya habría abandonado la idea. No fue así. "Ahora nos pareció que la situación social que estamos viviendo, la situación política, el contexto internacional... si queríamos decir algo, teníamos que intentarlo".
Y el intento se materializa. "Tenemos un presupuesto que es nuestro, que es propio de la Editorial, y que nos alcanza con los precios actualizados para sostener el proyecto tres meses. Así que preferimos irnos a pique antes que entregar el pabellón", bromea. "Al menos son tres meses en que lo intentamos. Y vamos en la búsqueda, estamos en ese camino, de publicidades, tanto públicas como privadas, que nos ayuden a sostener el proyecto".
LA PALABRA QUE SE LEE
Además de que ellos se sientan cómodos en el formato impreso para ejecutar el oficio periodístico, también van al encuentro de un lector distinto. Que puede ser la misma persona que consume contenidos periodísticos a través de la pantalla, pero también opta por detenerse en las letras impresas sobre el papel, que tienen otro tiempo.
"Todavía en nuestra sociedad la palabra impresa, la que podes tocar, tiene un peso. Y es muy importante. El tema es cual es el contenido", subraya Felizia.
De la inmediatez flexibilizada del periodista que cubre una actividad e inmediatamente la sube en formato video a Instagram para ser devorada en 30 segundos; al periodista que redacta, el diseñador que diagrama la página, el operario que imprime en los talleres y el kiosquero que entrega el Semanario al lector, hay tiempos que El Telégrafo los conoce y por eso no irán tras la noticia de último momento, sino un contenido diferenciado.
"Que mínimo el 98% de las notas sean notas propias", es el objetivo que se plantearon. "Va a ser difícil, porque nuestra estructura no es enorme. El primer número va a ser así. El segundo también. Vamos discutiendo el contenido, definimos quién lo va a hacer", cuenta el director del medio sobre la cocina detrás del proyecto.
Entre el contenido que le dará identidad al medio, cuenta que "en Paraná había una revista, Marga, que se distribuía en forma gratuita, que contaba historias reales de mujeres. Esa revista va a tener su sección dentro del Semanario. Después va a tener páginas vinculadas a los libros, nosotros hacemos libros, es lo que nos gusta. Va a tener notas de interés general, entrevistas, crónicas sobre hechos más atemporales".
"No existe la noticia de último momento. Son notas propias, que no existirán en otro lado. Sólo van a estar en El Telégrafo", observa Felizia. Que no contenga noticias de último momento, no significa que estarán disociados de la actualidad de Entre Ríos, o que no haya información política. Sino que ofrecerán notas cuya fecha de vencimiento estará más alejada del scroll en las redes.
Con este video, se presentaron días atrás...
En principio, desde este fin de semana, los sábados saldrá en Paraná y los domingos llegará a Valle María, Crespo, Ramírez, Seguí, María Grande, Hasenkamp, Viale, Cerrito, Santa Elena, La Paz y Hernandarias. Al tiempo que ya están trabajando para que en pocas semanas llegue cada sábado a toda la provincia.
Así entonces, con una distribución inicial en la capital de la provincia y en muchas de las ciudades de la costa del Paraná, el siguiente objetivo será la distribución en la costa del río Uruguay.
En las redes sociales se puede seguir al nuevo medio en Instagram @eltelegrafoer y también en Facebook @El Telégrafo de Entre Ríos
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