Por Álvaro Sierra *
Sin duda estamos en un momento muy especial de la historia reciente de nuestro país. Durante los últimos años la mayoría de los indicadores económicos, de seguridad, de educación, de calidad de vida, etc. se han ido deteriorando fuertemente.
En ese contexto, el cambio ha tenido un triunfo electoral más rutilante que nunca y, si bien 8 años atrás ya se había votado un cambio, creo que en esta oportunidad el pueblo hizo tronar el escarmiento, especialmente a nivel local y provincial donde todo lo que parecía eterno se desmoronó.
También el mundo está cambiando, las nuevas tecnologías nos plantean un escenario de cambio con aceleración exponencial que sólo es alcanzado por una parte de la población, pero que plantea también oportunidades hasta hace poco imposible de imaginar.
Me considero profundamente democrático y desde ese punto de vista, la premisa “vox populi, vox Dei” implica que no me ponga a analizar si el cambio es oportuno o conveniente, ya que mi respeto por la voluntad del pueblo es irrestricto. Lo que sí puedo decir con certeza es que, en muchos aspectos, el cambio es inevitable.
He tenido, durante muchos años diversas responsabilidades públicas, desde ese lugar privilegiado me permitiré respetuosamente esbozar algunos conceptos que considero importantes de señalar, especialmente respecto de la continua interrelación entre los tres niveles del Estado que son Nación – Provincia y Municipios.
A nivel nacional, el presidente Milei está impulsando profundas reformas con ramificaciones en prácticamente todos los niveles de la vida diaria, y ello necesariamente implica que impacten de manera directa sobre las provincias y los municipios.
Ello puede conllevar a un grave peligro, ya que, si en las reformas nacionales no se contempla cuidadosamente la interrelación antes señalada y no se articulan políticas complementarias en todos los niveles, los efectos tanto para las provincias como para los municipios pueden ser desbastadores. Gran parte de los temas que regula el DNU son de tipo concurrente entre Nación-Provincia-Caba y Municipios, por lo que la primera no puede avanzar sobre materias ajenas o en la concurrencia de hacerlo de modo unilateral, de lo contrario se violarían principios raigales de nuestro federalismo.
Un ejemplo claro de esto, es la ley del año 1988 de Coparticipación de Impuestos Nacionales. En el origen de la misma, la Nación se quedaba con el 42.34% de la recaudación y las Provincias con el 56.66%, más 1% en concepto de ATN. Hoy este reparto se dio vuelta, a través del dictado de diversas normas discrecionales por parte del Gobierno Nacional.
Actualmente si se suman todos los impuestos que se recaudan (coparticipables o no), el reparto es Nación 70% y Provincias el 30%. Ello constituyó un cambio diametral en la situación financiera de las provincias y los municipios, que exige tan urgentes como importantes ajustes por parte de estas últimas.
Párrafo aparte merece el análisis del reparto de los giros no automáticos o “discrecionales” que realiza el Estado Nacional a las Provincias, de muy importante sumas de dinero.
Más allá de que estamos de acuerdo en que no es el mejor sistema de distribución de recursos, y de que nos parece que la discrecionalidad del presidente de turno no debería ser la manera en que se distribuyan los fondos públicos, si se deja de “emparchar” sin hacer una reestructuración integral, los peligros son inminentes. Sin dudas, una nueva Ley de Coparticipación que establezca un nuevo sistema de reparto de la coparticipación primaria que restaure el federalismo se hace impostergable e inevitable.
Mientras esto no suceda (en el contexto económico/financiero actual), las provincias y municipios no tienen un instante que perder. La implementación de políticas públicas no es inmediata, y lo que no se haga hoy puede impactar de manera devastadora si no se toman las medidas necesarias a tiempo.
Recientemente he escrito un breve artículo que ha sido publicado en medios locales en el que indiqué lo que yo advierto como la urgente necesidad de que a nivel provincial se tomen medidas de prevención y mitigación respecto de los efectos de lo que está provocando la actual recesión económica. Si no se hace a tiempo, las consecuencias se harán notar. Según nuestras estimaciones la Provincia (de continuarse este escenario económico) perdería de recaudar más de $200 mil millones de pesos para el 2024 (más de un 10% del presupuesto Provincial para este año).
Asimismo, a nivel municipal, es urgente que se extremen las medidas necesarias. Recientemente un artículo periodístico daba cuenta de que la recaudación de fondos propios en Concordia habría caído un 30% y de fondos coparticipables un 20% (si cuantificamos este número actualmente la Municipalidad de Concordia está perdiendo ingresos cada dos meses al equivalente a casi una masa salarial). Y la profundización de la crisis económica que vive nuestro país todavía no ha tocado fondo, ya que se espera que siga la estanflación (recesión con inflación), por lo menos hasta mayo – junio de este año.
Cambiar es lo que el pueblo ha elegido, pero ¿qué cambiar y cómo? no resulta tan lineal. Cambiar lo que funciona, especialmente en tiempos de crisis no parece ser una buena idea. No todo lo viejo es malo, ni todo lo nuevo es bueno.
Asumir cargos públicos, en especial los de alta responsabilidad, aún para quienes tienen la formación técnica, la experiencia y el liderazgo político, requiere de un tiempo. Cuanto más si no se cuenta con experiencia previa en gestión pública.
A nivel nacional vemos que el camino que ha tomado el presidente muchas veces parecería quedar huérfano de equipos que tenga la capacidad técnica para recorrerlo. Ello resulta evidente cuando por ejemplo se anuncian programas como el de los “váuchers” educativos y su implementación se demora.
Es que gestionar en el estado, en cualquiera de sus niveles, en tiempos de profunda crisis como los que nos toca vivir actualmente, requiere de bastante más que de ganas y buenas intenciones, requiere de capacidad técnico-profesional y de experiencia. Tampoco puede un hombre sólo hacerlo, por mucho que sepa y por mucha experiencia que tenga.
Hoy hay muchas urgencias, la mesa de los argentinos, la economía en general, la salud, la educación, la seguridad, la justicia; todo parece sumido en un profundo desajuste que genera en general una sensación de desasosiego.
Pero las urgencias no deben apartarnos de lo importante y, para poder abordar lo importante mientras se atienden las urgencias entiendo que es imprescindible para los que tienen la responsabilidad de gobernar que conciban que tienen que buscar a los mejores de cada área, independientemente de sus ideas o su filiación política, con un fin común que es el bienestar de los argentinos.
De la actual situación no vamos a salir con mezquindades, ni tampoco con improvisaciones. Se requiere hoy más que nunca la grandeza de los que tienen las máximas responsabilidades del estado en todos sus niveles, de tener la humildad de reconocer que nadie tiene por que ser bueno para todas las cosas, y que de esta profunda crisis se sale únicamente con todos.
* Contador, ex Secretario de Hacienda de la Municipalidad durante la gestión de Enrique Cresto
Fuente: Diario Rio Uruguay
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