Por Fabián Rogel (*)
Habiendo escuchado el discurso del Presidente anoche, creí que, asumiendo el lugar de trascendencia que la voluntad popular le ha asignado, el primer mandatario nacional iría a repensar las maneras acerca de cómo un presidente de la Nación debe seducir al pueblo argentino para que lo acompañen en las realizaciones que estamos necesitando.
Lamento que el Presidente haya vuelto a utilizar la descalificación y el agravio hacia los diputados, los senadores, los gobernadores y la política.
El gobernador de mi provincia y algunos legisladores nacionales han decidido acompañar el acto en el que el Presidente pronunció su discurso, seguramente para no profundizar más la grieta ni perjudicar los intereses de los entrerrianos. Los entiendo y los comprendo.
A mi no me interesa la autorreferencia, pero en estos 41 años de democracia que estamos transcurriendo, no creo que mi silencio ayude, porque, al contrario, terminaría siendo cómplice con las cosas en las que el Presidente, a mi criterio, está equivocado.
Los partidos políticos, esencia fundamental, como dijera Alfonsín, de la democracia, no pueden ser acallados ni desfinanciados desde el Estado. Impedir que reciban los recursos para su funcionamiento y que sean financiados por cualquier mano extraña o por los ricos, determinarán que esos dineros se queden con la voluntad popular.
Hablamos, en algunos casos, del dinero espurio que aparecerán y que nada tiene que ver con la democracia, ni con la libertad que dice perseguir el Presidente.
Las formas en que el Presidente pretende enajenar los recursos naturales, entronizando el mercado y la libre demanda, tanto como derogar los derechos laborales sobre la máscara de modernizar las conquistas sociales son hechos que se desprenden del mensaje.
Un mensaje en el que no asoma ni un solo planteo acerca de cómo lograr que la Argentina multiplique su producción primaria, incorporando valor agregado a la materia prima para que el país crezca económicamente. Creo que ese es el gran desafío en torno al cual el Presidente debió realizar una convocatoria bajo la idea de que la Argentina genere las condiciones para volver a ser lo que fuimos en un tiempo no tan lejano para atrás, como los que el Presidente cree.
Presidente, sé que los radicales no parecieran ser de su agrado y a la vez lanza una convocatoria nacional en la que quiere que estén los que coincidan con usted. Eso no es una convocatoria nacional. Eso, más bien, terminará siendo una convocatoria de amigos o de quienes el 25 de mayo irán a Córdoba porque necesitan no ser castigados con la supresión de los recursos.
Según sé desde la escuela primaria, pasando por la secundaria y por la facultad, las provincias son fundantes del Estado nacional.
Usted, Presidente, no puede apropiarse de los recursos que generan todos los argentinos; usted debe administrar para el bienestar general.
Las presentes reflexiones las hago, fundamentalmente como dirigente político que no es parte de ninguna casta. No es en representación de nadie sino de mis modestas reflexiones.
(*) Radical, Presidente del bloque de Juntos por Entre Ríos en Cámara de Diputados. Ex diputado nacional y ex convencional constituyente.
Fuente: Página Política
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