Los esquemas de trabajo flexible se convirtieron en una nueva realidad para la mayoría de las empresas. Cuáles son las nuevas oportunidades y desafíos para los líderes de Recursos Humanos en una era donde la cultura organizacional juega un papel fundamental.
El trabajo híbrido se convirtió en el modelo laboral por excelencia para la mayoría de las organizaciones debido a las numerosas ventajas que este ofrece en términos de optimización de espacios y tiempos. Para los líderes de Recursos Humanos, este enfoque se presenta como una oportunidad para repensar la forma de construir, difundir y consolidar la cultura organizacional adaptándose a la nueva coyuntura.
Asimismo, esta modalidad emerge como un elemento de relevancia y pone a prueba la competitividad en el ámbito del mercado de talentos. Según el último estudio realizado por WeWork y Michael Page “Más allá de la revolución híbrida”, el 71% de los colaboradores argentinos cambió su modalidad de trabajo gracias a la pandemia y el 78% permaneció bajo este esquema desde aquel entonces. Del total de los encuestados, el 66% lo declaran como su favorito.
Indudablemente, la pandemia dejó a su paso numerosas lecciones y transformó los patrones laborales tradicionales. Ahora, el futuro del trabajo se perfila con entornos más flexibles que prioricen el equilibrio entre la vida profesional y personal de los colaboradores y el bienestar emerge como un valor central, dando lugar a tendencias que hasta hace muy poco eran inusuales, como el surgimiento de nómades digitales.
“Al introducir el trabajo flexible, cobra importancia la consideración de cómo preservar y fortalecer la cultura organizacional en un contexto donde los empleados pueden estar físicamente dispersos y no interactuar de la misma manera que lo hacían en la oficina. Para alcanzar este propósito, es necesario un enfoque consciente y anticipado por parte de las empresas. La adaptación de las estrategias de comunicación, participación y liderazgo puede jugar un papel fundamental para asegurar que los colaboradores se mantengan conectados, motivados y alineados con los valores y objetivos de la organización, sin importar su ubicación física”, analiza Rocío Robledo, Country Manager de WeWork Argentina.
Siguiendo con el análisis presentado por WeWork y Michael Page, un 66% de los encuestados sostiene que si tuvieran la opción de elegir una modalidad de trabajo, optarían por el modelo híbrido debido a la flexibilidad que ofrece y a los múltiples beneficios que aporta tanto en el plano personal como profesional. En respuesta a esta tendencia, la demanda de espacios de trabajo flexibles está experimentando un notable crecimiento, ya que las empresas encuentran en estos formatos una vía para equilibrar la satisfacción de sus colaboradores con los objetivos organizacionales.
“Sin lugar a dudas, la interacción presencial desempeña un rol crucial en la construcción de vínculos colaborativos y de confianza entre los miembros de un grupo de trabajo. Este aspecto no solo incide en la cultura empresarial, sino que también fortalece los equipos, resultando en mejoras palpables que repercuten en el rendimiento global del negocio. En esta línea, las propuestas de espacios de trabajo flexibles surgen como una alternativa destacada para aquellas organizaciones que buscan otorgar autonomía a sus colaboradores y, al mismo tiempo, estar preparadas frente a la cambiante dinámica de los tiempos actuales. Esto les proporciona la capacidad de maniobrar de manera efectiva en escenarios de crecimiento o ajuste, adaptándose a las demandas del entorno”, analiza Robledo.
A medida que más compañías adoptan este enfoque, cambia la forma en que se concibe y utiliza el espacio físico dentro de las corporaciones. Las empresas buscan cada vez más oficinas que se adapten a sus necesidades y las de sus empleados, y al mismo tiempo promuevan un entorno laboral productivo y colaborativo que fomente la promoción de la cultura organizacional propia de cada compañía.
En ese sentido, según el informe de WeWork, el 82% de los profesionales en Argentina reconoce que contar con espacios de trabajo compartidos fomenta un beneficio en su salud mental, además de fomentar la conexión, la integración, la creatividad, la lealtad y el desarrollo humano. De esta manera, las organizaciones logran preservar su cultura organizacional sin perder la capacidad de adaptación, mientras que le brindan a sus colaboradores la flexibilidad y libertad que exige el mercado de talentos.
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